martes, 20 de febrero de 2007

Señales

Llego a casa y la veo a I. en la puerta de mi edificio 5 min. después de mandarle un mensaje de texto sin saber que iría a encontrarla. Festejamos la coincidencia con una cena improvisada de milanesas de espinaca, una de las pocas comidas que había comprado ayer en el supermercado, pensando en que solamente las iría a comer yo, aprovechando la heladera compro esas cosas de calabaza, verdura y espinaca. Claro, soy vegeta-ariana.
Horneamos con la tv prendida casi en mute: la expulsión de un ¨gran hermano¨. Apagamos la tv y ponemos un disco de Reincidentes mientras cenamos y reímos de palabras viejas que surgen sin querer (corky entra en el ranking de los 10 principales). No sé (o sí, pero no importa tanto) cuál fue el punto que me llevó de la risa al llanto. Le digo que estoy bien, q es lo de siempre y quedamos en que dejábamos de hablar de eso porque era eso lo que me estaba afectando, que estoy tan felíz por ella, que la veo cada vez mejor, pero que todavía no volví a terapia y el desorden mental juega malas pasadas al subconsciente, etc, etc.
Hacemos mate y bajamos a comprar algo dulce que comemos en el ascensor de vuelta. Ya más tarde, decido acostarme un rato en el cuarto de mis padres mientras I. chatea con su chico en la habitación casi aledaña.
Me llama un conocido para darle una contestación a su empresa. Esa decisión, mas la clase que daré mañana y otras que también me guardo y que aguardan mi tiempo, mi precioso tiempo y mi futuro, son algunas de las cosas que hay que decidir/ hacer en estos días y que no se pueden hacer al voleo, que necesitan reflexión y tiempo.
El celular suena varias veces y es tarde. Contesto y vuelvo.
Tengo la sensación extrañísima de un sueño disociado: me acuesto vestida mientras mi amiga chatea con su chico en la habitación aledaña. Estuve semidespierta un rato mientras escuchaba el sonido de las teclas, mientras cerré los ojos sintiendo frío, algo así como un malestar general en el cuerpo. Aparece en lugar oscuro y unas personas que me miran con violencia e intentan asesinarme. Siento una angustia terrible, pero no puedo moverme de ese lugar y nadie viene a socorrerme, siento que tengo que quedarme, como si les tuviese que hacer ese favor, quedarme y soportar esa violencia sin voluntad para moverme. En ningún momento me dormí: el cuerpo está rígido e incómodo. Me levanto y voy a buscar mi frazada (que en verano se guarda porque es de invierno) y me envuelvo en ella antes de volver a recostarme. Siento que esa frazada es como una capa que me recubre y me protege. Estoy en mi hábitat, al fin puedo sintonizar con mi energía. La frazada me protege de los sueños siniestros, mientras sueño que, en realidad, son brazos reales que me abrazan.
(continuará...)

No hay comentarios.:


wait a minute mister postman!