Son las a.m. del otro día, solo un rato después de que escribí lo anterior. No puedo dormir. No me dejo, creo. El cuarto sigue desordenado y no pienso ponerme a ordenar ahora. El ventilador está prendido: se siente. Aprovecharía para hacer cosas importantes, pero no. Leo blogs (ja, pensaste que ibas a sucumbir?): en especial, de hombres y mujeres con los cuales siento cierta/gran identificación y que hace un tiempo que no leo. Me actualizo.
Además de lo interesante que me resultan sus reflexiones e ideas, percibo espontaneidad: en sus posts, en sus comments, en sus intervenciones mentales hay algo de inmediatez inteligente. Y puede que esté exagerando, sí, pero dejar de idealizar es (como diría V.- facu) ¨la historia de mi vida¨.
Entonces mi atención se focaliza en los blogs femeninos donde sé que lo más probable es encontrar ecos, porque siempre me pasó, desde el principio (aunque yo sea sólo un fantasmita en comparación con ellos), y cuando leo este post del 24/10 – la parte final- lo deformo con mi lente y me preocupo (como lectora), pero lo entiendo (como persona) justamente porque todas las personas tenemos sentimientos (ja) y especialmente los que somos sensibles (más).
Y cuando pienso en la espontaneidad pienso en mis amigos, esos, los que no tienen blog (o sí, pero no como el mío) y en que estaría bueno intentar ser más espontánea en la vida que en el pensamiento o en la pretensión permanente de la escritura.
Me duelen los ojos y estoy cansada (también, de todo este auto-circo, pero eso no quiere decir que lo deje). Pero nada, la idea de este post era nombrar ese otro y nada más.
No voy a hablar de política, por ahora.