Primero fué, no recuerdo si hace pocos meses o el año pasado, el episodio del saco azul de feriamericana hallado en el departamento de mi hermano que apareció un Domingo colgado en el lavadero de casa luego de haber sido lavado en el mismo.
Ante mi mirada extrañada seguida de la pregunta ¿de quién es ese saco?, mi madre contestó que no sabía, que lo había dejado J. (sí, mi hermano). En ese momento, pensé por primera vez ¨el pibe tiene buen gusto¨. Osea, no tenía idea de quien era esa persona, no conocía a la chica ni sabía nada sobre ella, pero el saco ese me decía que sí, que mi hermano sabe elegir o que lo saben elegir a él y que, aparte, se junta con gente cada vez mas cool -en el buen sentido de la palabra- (cosa que, de hecho, nunca dudé).
Ahora bien: esto pasó hace mucho, pero sirve como preámbulo.

Ceno mientras miramos tele con mi mamá. El programa es ¨Cámara testigo¨ y una de las notas de investigación consiste en una especie de tour por varios boliches muy diferentes entre sí. Una de las entrevistadas, en un boliche, cuenta que su novio es extranjero y besa a un chico alto y rubio que sonríe con cara de ¨no entiendo nada¨. En el corte, mamá me cuenta que J. llamó y le dijo, entre otras cosas, que le avise a la señora que va a limpiar a su casa que cuando vaya no se asuste si encuentra a una chica alemana, rubia (aclara), en su depto, porque ¨se va a quedar unos días en casa hasta que encuentre otro lugar¨.
Mi hermano cumple años la semana que viene, y el chiste es fácil. El de papá es mañana. Escorpios.