¿querés realismo?...

Lo confieso: fuí ávida espectadora del programa que Perrone conducía en Isat hace ya varios años. No había visto niguna película suya y, como conductor, no me iba ni me venía.
Cuando ví Ocho años después empecé a respetarlo. Cuando noté que, post varios éxitos en festivales y con varios rodajes mas en su haber, seguía siendo fiel a sí mismo, empezó a figurar en mi creciente lista de directores de cine argentinos a tener en cuenta.
Cuando pienso en Perrone, se me aparece como un ficccionalizador nato, un creador de películas con su propio barrio de fondo, dentro del contexto en el que vivió siempre y que, siguiendo su propio impulso, titula una de sus películas como ¨Labios de churrasco¨ y se hace llamar a sí mismo ¨el Perro¨. Nada. Todo eso me llama mucho la atención.
Hace un par de semanas, un amigo me contó que cursó un año en su escuelita de cine en Ituzaingó. Me habló de pasión por el cine y de su barriada, los dos aspectos tan mezcladas, como lo que las cámaras registran de su microuniverso y de sí mismo.
No es que me parezca un genio ni mucho menos: es eso que muestran sus películas, esa patria suya que se me hace tan lejos y al mismo tiempo tan cerca. Es una poética, quiero decir, lo que trabaja. Una poética que tiene mucho que decir sobre todos nosotros (como Nación, creo, aunque me vaya un poco al carajo). Pero sí: es eso. El universo perroniano es puro y brilla porque su director es fiel a sí mismo y a su propia poética y, al serlo, se inscribe como un genuino realizador argentino (ok, de Ituzaingó y bla, pero argentino).
Pienso en otros ejemplos de directores/as argentinos/as. Algunos me gustan más, otros igual, otros menos. Pero el Perrone, aparte, hace honor de su patria- barrio. Y es por eso que se merece mi respeto.
Después de todo, el que insiste, gana.