martes, 17 de julio de 2007

Estamos con la B. después de dar varias vueltas por un Almagro gélido, encontramos el lugar del cual nos habían hablado y entramos dispuestas a quedarnos por largo rato. El lugar está lleno de gente (joven- mayoría) y rebalsa tango.
Poco antes estuvimos en el ya clásico de los Sábados y en el patio nos encontramos a L., que justo ayer festejó nuevamente su cumpleaños al cual estaba invitada pero no llegué, en una peña cerca de la cancha de Atlanta.
-¨muchas peñas últimamente¨, dice alguien. No sé.
Luego hablamos de nuestro ya clásico tema recintos y nos damos explicaciones porque el sábado pasado quedamos en que nos hablábamos para ir al Pachamama, resulta que ya es tema de conversación y tanto L. como B. quieren ir a las lecturas que recién estoy conociendo. Quedamos en que par la proxim. Volvemos al lugar rebalsatango.
Nos quedamos paradas en una especie de barra cerca de una estufa tomando una cerveza y un pan relleno cortado a la mitad, muy rico. Alguien nos da unos volantes de una fiesta Afro Latina, que es ese mismo día en ese mismo lugar.
Digamos que como todo espacio popular hay mucha afluencia ¨cabeza¨, pero estamos acostumbradas a la mezcla, asique todo bien. Se desocupa una mesa gigante y circular y nos sentamos. Aparece un tipo con un vino y se sienta, charlamos. Aparece otro tipo con voz de cantor criollo y lo saluda, ¨ah pero tas a full che¨, dice algo de la rubia y la morocha y nos presenta. El amigo tiene una voz re gardeliana, luego compruebo que es el cantor de tangos. Empiezan una discusión que me hubiese encantado registrar: el borracho se enoja porque el otro le dice ¨boludo: ¨a míno de digá así, a mi nadie me dice boludo¨. El borracho no es lo que se diría alguien ¨cabeza¨, pero se hace y sus gestos me hacen recordar a un actor que me encanta. No sé hasta que punto está o se hace el borracho. Se llama igual que mi hermano pero me leva nueve años y dice que dentro de poco se va a trabajar a Ecuador.
La discusión entre ellos se ameniza un poco, un tercer tipo (un gordo canoso extra tierno) trae una guitarra y se ponen a cantar unos tangos así instantáneamente. Por un momento me sentí habitar la época que vivieron mis abuelos.
El que tocaba la guitarra me miraba cantando por momentos, como luego hizo con varias chicas más. La onda era ¨hacer el papel de la china por un rato¨, y yo me moría de la verguenza. El gordo que tengo enfrente pasea sus ojos por las chicas que sentadas escuchamos, parece recordar sus tiempos mozos porque tiene una mirada mas triste que libidinosa. Por un momento quisiera abrazarlo y decirle ¨sos un amor, nunca pierdas esa esperanza¨. Las cosas que provoca el tango (por supuesto que no lo hago).
Esperé un rato hasta que no aguanté mas (el clima, la nostalgia, no sé exactamente qué), dije ¨voy al baño¨, pero el lugar era muy pequeño y sobrevino la clásica fila de mujeres para entrar al baño, aunque al menos un respiro de ritmos juveniles. Cuando vuelvo noto que mi ex asiento está ocupado y hay uno libre al lado de Julián (el borracho).
Entre tango y tango le dice a B. si se siente bien porque está medio dormida y me hace por enésima vez las mismas preguntas (che y qué hacías vos? cuantos años tené? vivís sola?) a las cuales respondo muy escuetamente debida la situación. Me hace por segunda vez un comentario acerca de mis labios que simulo no entender, pero agradezco porque supongo es un elogio. El tipo me atrae un poco pero al mismo tiempo me da miedo. Más de lo que quiero asumir.
Ahora una chica con boina (ex espectadora) se pone a cantar una canción y tarda un rato hasta encontrar el tono. El chico de la guitarra, todo un guapo del novecientos (esto se lo escuché decir a mi abuela una vez, no sé bien qué significa), espera y acompaña con los acordes de guitarra.
Se hacen un par de canciones más (la última creo q es ¨Las cosas los años¨, tengo el recuerdo de haberla escuchado infinitas veces en la versión de la misma de Adriana Varela, en un cd que escuchaba mi viejo hace unos quince años).
Julián se ofrece a acompañarnos, pero está muy borracho, mucho más que cuando nos vino a hablar.
Yo (boluda) ¨como quieras¨. Parece que no está dispuesto a irse antes de terminar el vino. Salimos a la puerta, donde quedó bastante gente a punto de irse. Nos ponemos a charlar con dos chicos que nos convidan vino (¨no, gracias, prefiero no mezclar¨). Con estos dos la mejor onda, en esa media hora nos enteramos de que somos todos vecinos y alguien dice de volvernos juntos, caminando. Julián vuelve y nos dice: ¨y, vamo o no vamos?¨. Segundos de tensión. Le saca de las manos el vino a uno de los chicos y discuten. Yo y mis inútiles intentos de mediadora, ¨bueno, vamos todos para allá entonces?¨. Empezamos a caminar y llegamos hasta la esquina. Necesito decirle a Julián que me voy con ellos, sé que eso va a ser lo mejor y aparte no da para otra cosa. Tiene una mirada tristísima color miel y los labios rojos del vino. ¨Ah, pensé que querías que yo te acompañe a tu casa¨. El automensaje es claro ¨no, otra vez un loquito no (léase también borracho/ drogadicto/ violento)¨, sé muy bien porqué lo pienso y también sé que la decisión mas sana es irme con B. y los otros dos chicos, pero cómo me cuesta decir que no a veces. Pienso que seguramente para el será un aprendizaje, pero siento que en algún lugar profundo e incomprensible vivimos algo parecido.

3 comentarios:

Tommy Barban dijo...

Al pobre Julián le rompiste el corazón pero quizás cuando despierte no recuerde nada y solamente le duela.

L. dijo...

Tommy: Gracias por su comentario.
De todos modos no estoy de acuerdo con lo de haberle ¨roto el corazón¨.
No jodamos, los tipos les importa un carajo el corazón, a lo sumo se habrá perdido un momento de diversión. Somos nosotras las idiotas a las que todo nos duele.
slds,
L.

Anónimo dijo...

...no estoy de acuerdo con ese punto;
claro, depende con que tipos de personas uno tiene la suerte de tratar...
en mi caso particular me importa y mucho
capáz que por eso no me adhiero a las relaciones por unos minutos


wait a minute mister postman!