lunes, 30 de julio de 2007

Reviso registros del pasado. Fotos infantiles en una variedad enorme de escenarios, retratada sola y acompañada: hermano, padres, tíos, abuelas, primos, amigos de padres con sus hijos- pequeños amigos circunstanciales- o solo desconocidos que rondan.
Serie de las fotos cuadraditas de bordes redondeados: verano con pelopincho en el balcón, navidades (hermano con barba de papa noel) en casa o la de los tíos, cumpleaños propios y ajenos (globos, torta y velitas); juegos de mesa tipo Ludomatic o algún Pictionary para niños, posando en una hamaca improvisada con sogas y una madera en el balcón de un séptimo piso, una kitty de plástico destartalada, ositos de colores con dedicatorias o sin, una muñeca rubia que padre trajo de Holanda y yo adopté como mi hija; escondites a contraluz entre cajas de mudanza; fiestas en el living de casa llenas de desconocidos (algunos daban miedo); fiestas de disfraces –gitana o hada madrina-; dos actos escolares (en uno hice de ¨lluvia¨ y en otro de mazamorrera); piquetes en el pasillo de la casa donde vivíamos; pieles tostadas y sonrisas de veranos radiantes de sol marino y serrano.
La más antigua de todas es en el balcón de Mahatma Gandhi, en la época de salita azul del jardín de infantes, con un enano de yeso que vivió en casa durante varios años y después desapareció (lo extrañé durante mucho tiempo), y había pertenecido a la casa de alguno de los tíos o abuelos, en la quinta que tenían en un barrio de San Martín del que no recuerdo el nombre.
Ahora en la computadora, viejos archivos de word: reviso y abro los que me suenan más antiguos, los que ya no recuerdo haber leído o escrito. Veo más archivos con fotos viejas, carpetas que hace meses o años que no abro.
En los estantes, pequeños objetos (souvenirs) en las repisas y en algunas cajitas (a veces es mirar y maravillarme, volver a ese momento cuando los guardé por última vez), cartas, invitaciones y papeles guardados en cajas. Fotocopias intercaladas con otros papeles que nada que ver. Adornitos. Casettes sueltos y otras tapas sin casettes.
Hablo con madre de esta progresiva obsesión y le pregunto si cree que exista algún motivo o índice de algo que me haya provocado esta especie de devoción por mi pasado (si será la edad, melancolía, proceso interno, o lo que sea). Madre sonríe, parece acordarse de algo.
- Cuando los chicos que alguna vez fueron autistas se curan, les aparece la necesidad de mirar fotos de su infancia porque necesitan reconstruir lo que vivieron, sino no se acuerdan.
- Ah, qué interesante (...) Pero yo no fui autista, mamá.
- No, ya sé. Era una forma de decir. Pero te acordás que hicimos algunas consultas porque se nos ocurrió eso de la dislexia.
- Si, eran los celos de mi hermano (hablaba mal a propósito, para llamar la atención). Pero qué suerte que igual nos quedaron las fotos, no?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lu querida: disculpe que le hable aqui de estas cosas, pero si va este viernes reserve! porque ha pasado que gente no pudo entrar. Quizá es porque son las primeras funciones. Bueno querida, este viernes o el que sea, espero verla!

Adiós!


wait a minute mister postman!